

Juan Enrique Guglialmelli (22 de diciembre de 1917 - 9 de junio de 1983) egresó del Colegio Militar en 1938 y alcanzó, tras una intensa carrera, la dirección de la Escuela Superior de Guerra y el grado de General de División.
Fue secretario del Consejo Nacional de Desarrollo (CONADE) desde el 30 de junio de 1970 hasta su renuncia el 3 de noviembre del mismo año, en la presidencia de facto de Roberto Marcelo Levingston.
En 1969 fundó y dirigió el Instituto Argentino de Estudios Estratégicos y de las Relaciones Internacionales (INSAR), así como su revista Estrategia, una publicación pionera en el campo de la geopolítica argentina, que se convirtió en un referente gracias a las contribuciones de numerosos intelectuales y especialistas.
Hombre de firmes convicciones, pensamiento lúcido y palabra clara, Guglialmelli fue un destacado admirador del legado de Savio, Mosconi y Baldrich, y mostró un profundo compromiso con la causa del desarrollo y la defensa nacional. Su pensamiento, obra y trayectoria pública continúan siendo motivo de estudio y reflexión, desafiando los límites del pensamiento estratégico argentino contemporáneo.
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En la Argentina se han escrito innumerables textos que reclaman para sí el nombre de filosofía. Se podría concebir a la nación como la encarnación de esa cadena de pensamientos hilvanados en torno de preguntas que insisten en permanecer irresueltas. ¿Qué es ser argentinos? ¿Cuáles son las formas más adecuadas de darnos una vida colectiva acorde a nuestros sueños? ¿Cómo se ha de asumir un destino emancipado en medio de paradojas y traiciones? Ese desafío ha instigado a las generaciones a arrojarse en la arena histórica en busca de una patria soberana.
Anudadas, tragedia y ventura han decidido nuestra suerte a lo largo de los siglos. Pero para formular esos dilemas hacían falta grandes textos. El mito gaucho de Carlos Astrada es uno de ellos. Acaso sea la obra que con mayor precisión formuló los nudos conceptuales que alumbran un derrotero posible del enigma argentino. La épica del gran poema nacional, el Martín Fierro, hablada en la lengua de la más alzada filosofía del siglo, sustancia una reflexión fundamental que en su deriva constituye al sujeto político de la liberación. El mito gaucho es, pues, un clásico de la filosofía argentina, porque articula la interrogación sobre qué es esa frágil entelequia por la cual advenimos a la historia como sujetos individuales y actores colectivos y ofrece un tipo de solución mitológica -y, por lo tanto, eterna y universal-, en una lengua épica que fulgura señalando un horizonte reflexivo, un sendero a ahondar para recuperar la potencia de nuestro ser en el mundo.
Esta edición crítica, que consideramos definitiva, repone sus claves de lectura del alma nacional no sin actualizar su dramático llamado a asumir nuestro kairós.
Guillermo David

Repositorio digital dedicado a difundir la obra de Juan Enrique Guglialmelli
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